En varias ocasiones, durante los últimos años, hemos querido destacar desde las páginas de la Revista de nuestra Asociación la unidad que ha caracterizado y debe, a toda costa, caracterizar a nuestro Cuerpo - sin perjuicio de las legítimas discrepancias internas que en cada momento puedan producirse. Sin ir más lejos, en el número 50 resaltábamos la importancia del trabajo en equipo y también la necesidad de adaptarnos a un mundo en constante cambio. Adaptación a las nuevas circunstancias, aprendizaje de los errores cometidos y compromiso con una labor que, digámoslo claramente, merece, y mucho, la pena.
Para defender nuestra profesión, es necesario, en primer término, que mantengamos firmemente la unidad a la que tantas veces hemos hecho referencia - la última de ellas en la Asamblea General Extraordinaria de la Asociación que se celebró el pasado 31 de enero de 2020. Estamos en un Cuerpo de compañeros. Trabajemos juntos por la unión sin excepción alguna, rechacemos con firmeza los intentos de división, vengan de donde vengan, y hagamos de la Asociación la casa de todos, en la que tengan cabida todos los Abogados del Estado, cualquiera que sea la situación administrativa en la que se encuentren.
En segundo término, es necesario poner de manifiesto que la Asociación nació y ha pervivido durante más de cuarenta años con un carácter apolítico. Esto es algo que debemos seguir manteniendo. El valor de ser Abogado del Estado sin las “etiquetas” que vemos día a día en otras asociaciones profesionales, recordando que, como expresan acertadamente nuestros estatutos, nuestro objetivo no es otro que la defensa de los intereses profesionales y corporativos de los Abogados del Estado.
Destaquemos, en tercer lugar, la valía de nuestra función como profesionales del Derecho que deben actuar exclusivamente atendiendo a criterios técnico-jurídicos. Nuestro trabajo y prestigio ha sido forjado a lo largo de casi 140 años de historia, en la que siempre hemos estado, y estaremos, comprometidos con la defensa jurídica de los intereses públicos - con todos los regímenes políticos y formas de Estado. Esta es nuestra razón de ser. Nuestro reto es mantener la calidad en dicha función y defender la labor de nuestros compañeros cuando la misma pretende ser cuestionada sin fundamento admisible jurídicamente.
Los acontecimientos acaecidos en los últimos meses exigen reflexionar hacia el futuro sobre nuestros valores y sobre nuestra función - partiendo de nuestro marco normativo y deontológico vigente. Debatir entre nosotros, a través de grupos de trabajo e incluso mediante un Congreso, para recordar de dónde venimos, cual es la situación actual y nuestro futuro. Todo ello desde la lealtad, discreción y solvencia que siempre ha caracterizado al Cuerpo de Abogados del Estado. Cerremos filas, trabajemos juntos y defendamos nuestro escudo - que es la portada de este número de nuestra Revista. Nos unen muchas más cosas de las que pudieran llegar a separarnos. Demos a la Asociación y a este Cuerpo el impulso y el respaldo que merece. Es nuestra responsabilidad.