En el mes de mayo de 2003 se publicó el primer número de la Revista de la Asociación de Abogados del Estado, cumpliéndose ahora veinte años del inicio de este proyecto, que alcanza las sesenta publicaciones en el presente número. Nacía la Revista con la intención, anunciada en uno de los artículos que se publicaron en el nº 1, redactado por Manolo Rivero, de ser “un instrumento de expresión propio, no sujeto a las rigideces que inevitablemente imponen los foros integrados orgánicamente en la Administración, y susceptible de canalizar todo el potencial de aportaciones de los miembros del Cuerpo, sea cual sea su actividad profesional o el ámbito en el que desarrollen sus funciones”. Intención que necesariamente tenía que ser compatible con “los principios básicos y las piedras angulares que justifican la existencia del Cuerpo de Abogados del Estado, que son el servicio continuado al interés general y la atención preferente al ámbito jurídico público y al Estado de Derecho”.
Tienen que ser las primeras palabras de este editorial de reconocimiento y agradecimiento a quienes impulsaron la puesta en marcha de la Revista. Catalina Miñarro, como Presidenta de la Asociación, Nacho Monedero y los restantes miembros del primer Consejo Editorial de la Revista (Edmundo Bal, Alfredo Parra e Iñigo Guerra). Sin su impulso, no hubiéramos podido recorrer juntos este camino, en el que es necesario reconocer también la gran labor de quienes han escrito en estas páginas, y, muy singularmente, el trabajo de Antonio Martínez Lafuente e Ignacio del Cuvillo Contreras.
Si hace veinte años era necesaria la Revista, más aún lo es ahora. Es evidente que poco o nada tiene que ver la difusión de la información de nuestro tiempo con la del momento en el que comenzó su andadura esta publicación. A los medios de comunicación tradicionales, se han unido numerosas publicaciones, a través de internet y de las redes sociales. En este contexto mediático, nuestra Revista y nuestra página web, a la que todos podemos contribuir de forma rápida y ágil, deben servir como instrumento de comunicación, no solamente hacia los asociados, sino también hacia la sociedad. Nuestros índices, publicados en la web, nos permiten localizar y releer las páginas escritas por tantos compañeros en estos años.
Y, siendo ello así, no podemos sino salir al paso de determinadas publicaciones. Aunque puedan quedar atrás en el tiempo, no las debemos dejar pasar. No, un Abogado del Estado en activo no percibe una retribución neta mensual cercana a los 8.000 €, ni tampoco un sueldo bruto de más de 150.000 € anuales. En absoluto. La circunstancia de que pueda alcanzarse el importe indicado de forma puntual en una nómina mensual, no permite extrapolar, y así se ha hecho estos meses pasados, la cifra al sueldo anual, pues resulta de ello una imagen distorsionada e incierta de la realidad. Basta consultar las distintas normas presupuestarias para concluir que el silogismo construido resulta falaz. Como hemos demandado en numerosas ocasiones, es precisamente la cuestión retributiva, una de las que deben abordarse para mejorar y potenciar el desarrollo de nuestra profesión. No solamente esta, sino también el propio desarrollo de la carrera profesional, la organización y vertebración de la Abogacía General del Estado o la atracción del talento son retos pendientes de desarrollar. Esperamos que el recientemente aprobado Reglamento de la Abogacía General de Estado sea el motor que impulse estos cambios.
Los sesenta números publicados resumen la historia reciente del Cuerpo de Abogados de Estado y es nuestra labor seguir trabajando para que la Revista sea cada vez mejor, singularmente, contando para ello con el concurso de los compañeros que se van incorporando a nuestro Cuerpo. Todo ello desde una idea que venimos repitiendo de forma cuasi-circular en estos últimos años: la unidad. Unidad no entendida como uniformidad, sino como forma de trabajar en favor de los intereses que nos son comunes, sin anteponer a estos las legítimas aspiraciones de cada cual. Como recordaba un conocido cantante de un grupo de fama mundial, fue precisamente la canción que lanzaba un mensaje a favor de la unidad, dentro de la diversidad, la que salvó, en su momento, a la banda. Trabajemos juntos y seamos conscientes de que todos tenemos que poner de nuestra parte para que sigamos respondiendo a los retos y demandas que implican formar parte de un excepcional equipo, sin perjuicio del derecho a la libre discrepancia, siempre legítima, si se expresa personal y razonadamente y por el medio adecuado. Es nuestro deber y nuestra responsabilidad.